Se sabe que la televisión chilena actualmente no pasa ni de cerca por un buen momento, y eso se debe a la promoción tanto de cuestionables figuras de la farándula como también de agitadores políticos.
Una de las postales más vergonzosas de la pequeña pantalla en este periodo ha sido, por ejemplo, el blanqueamiento hacia una marcha neofascista organizada por “Pancho Malo”, que Rodrigo Sepúlveda presentó apenas como “una marcha organizada por gente común que está expresando su descontento”.
Del mismo modo otros anclas matinales como José Antonio Neme y Julio César Rodríguez han presentado a diversos actores políticos cuestionados por despreciar a las minorías y a las mujeres.
Algo muy distinto a la época de los dosmiles en el que la televisión chilena buscaba promover diversos valores. Como el canal de Ricardo Claro que desplegó en sus cortes comerciales una serie de mini-institucionales titulados “Megavisión en el nuevo milenio”.
Cada uno de ellos hoy envejeció pésimo en la situación actual de nuestra pequeña pantalla. Había uno que decía “Sé libre, rechaza las drogas” y veinte años después aparecen en nuestra farándula personajes que defienden a quienes lucran con el flagelo del narcotráfico como la abogada Helhue Sukni.
Otro rezaba “Defiende la unidad de la familia, es la base de Chile”, y dos décadas posteriormente le pagan 12 millones de pesos a Francisco Kaminski, haciendo negocios con un engaño amoroso.
También expresaron “Aléjate de los que promueven el odio, acércate al amor”, para luego en los albores de nuestra farándula promover a gente que ha formado personas en base al resentimiento hacia las minorías y ha glorificado etapas nefastas para nuestro país, como son los casos de Daniela Aránguiz, Patricia Maldonado y el mismo Pancho Malo. Y dentro de la política, a gente como Johannes Kaiser o José Antonio Kast. También aplicaría para la primera otra frase megavisiva: “Sé humilde, rechaza la soberbia”.